Bien, hoy fue la despedida de Sekiguchi Sensei.
Por una semana, las cosas estarán, supongo, un poco más tranquilas…conoceré el nuevo dojo, estudiaré para el último examen (rezo para que sea realmente el último) y tomaré, espero tmb, alguna que otra decisión sobre cómo seguir de ahora en adelante.
Cómo explicar lo que fueron estos días? Como ya dije, no alcanzan las palabras. Nuevamente pasó un año más, el tercero para ser exactos, y los días volaron y hoy ya pasó todo. Una ola que llega, arrasa con todo, renueva todo, y se vuelve a ir con la misma prontitud con la que vino, dejando tras de sí un ambiente renovado y nuevas fuerzas.
Cuando vi la foto grupal de este año, la vi diferente a los años anteriores. La vi con más variedad, con mayor amplitud, alegría, menos estructurado. O sea, la vi…también renovada. Hay colores, gente de taiko con sus trajes, ninjas, kimonos, banderas, gente sonriendo. No sé bien qué le vi de diferente…y por eso la volví a mirar a ver si descubría algo nuevo que me contestaría la pregunta, pero no. Simplemente es lo que es. Esa foto, ese momento, esa gente.
Y agradezco con todo mi corazón a mis compañeros de Taiko que pusieron tanto esfuerzo de su parte, y que nos alegraron los días venideros. Realmente nos llenaron de energía, y hablo en plural porque hasta el último día no dejé de oír comentarios y felicitaciones por la participación y las ganas que pusieron. Cambiaron, y tmb mejoraron a su manera el seminario, de eso no hay duda.
El año pasado, a principios de este año, dudaba de si este año llegaría a presenciar la llegada de Sekiguchi Sensei. Temía que no fuera así. Y es más, estaba casi segura que no sería así. Por eso, haber llegado hoy hasta acá fue para mí realmente un logro y una alegría inimaginable. No sé si puedo decir que para mí fue un mayor regalo aún que para otros porq no tengo derecho de comparar nada mío con nadie, pero sí puedo decir que este seminario lo agradecí y lo disfruté muchísimo más que los dos años anteriores. Seguramente porque el año pasado estaba por perderlo. Y aprendí a valorarlo aún más.
Hoy no tengo ninguna certeza del tiempo que podré compartir junto al dojo. Intento todos los días dar lo mejor, dar todo lo que puedo, para poder seguir siempre, y por años. Como le dije hace poco a alguien que respeto muchísimo “si es por mi, no hay que temer perderme. yo seguiré en la escuela el tiempo que sensei me lo permita”. Y no hay nada mas sincero que eso. Yo estoy.
Durante el año pensaba tantas veces en qué me había equivocado tanto, o cuál era el error tan grave que cometía. Aún hoy me pregunto si es un error lo que hago. A tal nivel, de tener que preguntarle a mis senpai si les parece mal lo que hago o si me equivoco en algo y si es así, en qué.
Es verdad que el camino es uno, pero para mí todo lo que hago es parte de ese único camino. No los veo como caminos separados, por eso no veo dónde o entre qué podría elegir, o cuál hace mejor a uno que a otro, si es todo parte de un único camino irremplazable. Por eso nunca podría dejar esta escuela, porque es mi camino, y porque todo lo que hago, es parte de ese camino, y porque gracias a ese camino, yo soy lo que soy y hago lo que hago.
Durante el seminario me di cuenta también que todo lo que me acompañó estos últimos años no hizo más que enriquecer y aportar a mi crecimiento. Por más que muchos no lo entiendan, las similitudes son enormes aún cuando parece que las artes son completamente diferentes. Es por eso que Sekiguchi Sensei logra comparar tan bien y con tanta claridad el karate con el iaido y es por eso que lo que se aplica al iaido también sirve para taiko y viceversa. Y a su vez, el taiko saca sus posturas del karate, y así, el círculo es uno sólo que cierra sólo si se lo ve como un todo, y no como cada cosa por separado.
Como dije, si en algún momento creía ser capaz de decir “seguiré siempre en esto”, hoy corrijo lo que dije y pienso “intentaré hacer todo lo posible para poder seguir siempre en esto”.
Cuando veo a sensei, sé que lo respeto. Y no lo respeto únicamente por su trayectoria en las artes marciales, sino lo respeto y lo admiro en primer lugar por ser persona, por ser hombre, y después, por ser sensei. Porque si no fuese persona, no podría ser sensei. Cuando comencé con iaido me equivoqué al verlo únicamente como sensei, y no entendía la mitad de las cosas que hacía. Hoy lo entiendo, y lo acepto, y lo apoyo, y lo admiro por su humanidad. Y no porque sea perfecto, porque la perfección no existe, sino simplemente por ser hombre y sensei, y sensei y hombre, y un hombre que se convirtió en sensei y un sensei que no puede más que ser completamente hombre, y por lo tanto y a su vez, ser sensei. Complicado? Sí. Pero naturalmente lógico (yo me entiendo jej) y comprensible, si uno se abre e intenta comprenderme.
Y que yo piense así, no significa que yo tenga razón. Sino que esa es mi razón, y únicamente mía y que esa me impulsa cada día a ser parte de la escuela, y querer ser parte.
Volviendo al seminario…los días fueron cansadores, agotadores, y el tiempo a veces no quería pasar, y a su vez pasaba demasiado rápido. Cuántas veces pasa que uno ve 10 días seguidos a los mismos compañeros las horas que nos vimos, y comparten tanto esfuerzo juntos? Sekiguchi Sensei dijo que veía unidad en nosotros, y yo sólo puedo asentir y darle la razón. Realmente estabamos unidos por los lazos de la práctica, y si se me permite decir, del camino que nos unió a todos en primer lugar.
Logré acercarme a mucha gente, admirar más y más a las personas, a personas particulares, y al hombre en sí.
Muchas veces se sorprenden al verme sacar fotos a las caras y a los gestos de las personas, sus posturas, sus momentos de concentración, de ausencia. Y yo sólo puedo responder diciéndoles que me encanta fotografiar a la gente, cuando en realidad es mucho más que eso. Es porque admiro a las personas. Admiro a mis compañeros, y me encanta retener los momentos tan naturales que sólo salen en momentos específicos, muy difíciles de captar. Durante 10 días intenté sacarle una foto así a Sekiguchi Sensei pero no lo logré. En tres años, sólo logré sacarle una única foto así de especial (lo que yo llamo especial) y no vi a nadie que haya sido capaz de sacarle una foto de tal índole. Y de seguro seguiré intentándolo en otros años, si es que tengo la suerte de poder vivirlos junto a Sekiguchi y la escuela.
La práctica en sí? Si no fuese exigente no se podría llamar práctica, por lo que los detalles físicos son innecesarios ponerlos acá. Sí puedo decir que por más que observé cada movimiento suyo e intenté e intento copiarlos, sentí que este año veía otra cosa, completamente distinta y que dejaba los movimientos en segundo lugar. Cómo describirlo? Cómo describir la sensación de haber prestado atención a cada detalle y a su vez, no haber visto ni uno? Lo primero sería una mirada tal vez demasiado perfeccionista y detallista, aunque ideal para el iaido. La segunda sería una mirada completamente fallida y de principiante. Entonces cómo describir que lo que sentí, eran ambas sensaciones a la vez mezcladas en una? Si me preguntaban por los detalles de la técnica, noté que no me había perdido de nada de lo que nombraban o preguntaban. Pero el resto del tiempo, no le prestaba atención y no le daba la importancia que había hecho en años anteriores. Copiaba la técnica y aplicaba lo que veía, pero más que nada la grababa en mi corazón, y sentía que tenía que prestarle atención a otra cosa, no visible a los ojos. Por eso lo miraba, y a su vez no lo miraba. Y me pregunté los 10 días si acaso no lo había aprovechado y me obligaba a mirarlo aún más, sin ser capaz de concentrarme en lo que veía. Pensaba que estaba mal.
Hoy, habiéndole mirado a los ojos cuando me tomó de la mano para despedirse, noté que no estuve mal ni uno de esos días. Sin poder explicar acá el por qué (estuve intentándolo mas arriba y tengo que admitir resignada que no me fue posible) supe y sé que este año lo vi “realmente”, por lo menos en comparación a las dos veces anteriores. Y lo sorprendente de todo es que no me refiero a su técnica (ésta la he captado e intentado retener lo mejor posible en mi memoria visual que por suerte la tengo bastante bien desarrollada me han dicho) sino a otra cosa…que no encuentro palabra que lo defina. Por eso lo diré de la manera más simple e incompleta, y por lo tanto, abierta a mal-interpretaciones varias: “por primera vez pude ver realmente a Sekiguchi sin verlo”.
Dije al principio que no hay palabras que puedan definir y explicar lo que fue este seminario. Y sigo manteniendo esa postura por más que vaya por la tercer carilla , pero mientras escribo de todos modos siento que no digo nada y a su vez, que ordeno un poco los sentimientos de estos diez días. Por eso puede parecer todo un caos, y puede ser incomprensible para la mayoría, aburrido para otros. Tampoco busco ponerle tensiones ni sorpresas, ni intento entretener a nadie, ni hacerme entender, sólo escribir.
Mar del Plata. Fue una mezcla de sensaciones varias. Yendo de recuerdos de años anteriores hasta vivencias nuevas, alegrías nuevas. Fue como volver a un lugar después de un año, y terminar de cerrar una historia y entender que así tuvieron que ser las cosas o que así salieron. La pasé excepcionalmente y esa es la verdad. La gente allá es maravillosa, tan humilde y alegre, y dispuesta a ayudar en todo. Fue muy lindo poder compartir con ellos el seminario y las cenas.
Y lo mismo de La Plata. Personas de gran corazón, de soles verdes y informáticas sin computadora y pequeñas grandezas enormes.
Sekiguchi Sensei…conocido y desconocido a la vez. Sin entenderlo con palabras, se lo entiende de corazón. Cómo las palabras se vuelven secundarias cuando el espíritu se expresa y enseña y usa al cuerpo como medio para abrirse a los demás. Si él no es una gran persona, no sé quién lo es.
Tanta humildad, alegría, energía, respeto, dedicación, pasión, corazón, fe, paciencia, silencio, paz, perfección, armonía en una sola persona. Alguien como él, una grandeza que sobrepasa los límites del entendimiento si no se lo ve en persona. Esa sonrisa infantil tan única y pura, esas manos tan duras y lastimadas, que cuentan su propia historia marcial, tan cálidas y tiernas y pequeñas y hermosas a la vez. Esa mirada de alegría, tan pacífica, entendida, cansada, agotada, llena de vivencias, experiencias de vida.
No agarra el bokken, no lo toma, no lo aprieta, sino que lo sostiene en sus manos como tan cálidamente como si tuviese a un pajarito en sus manos que tuviese que cuidar. Es como si únicamente apoyase las manos sobre el bokken, o el bokken en sus manos, o ambas cosas a la vez.
No camina, sino que parece flotar sobre el piso. Sus pasos son tan livianos, simples, fáciles, ágiles, y sin embargo firmes como la tierra, seguras, inamovibles siendo cambiantes.
Esa mente firme, pero llena de henkas, de variantes, de posibilidades, de vida. Nada es estable, nada tiene una sola respuesta, sino que no alcanzan las respuestas a una sola pregunta ni hay suficientes preguntas que alcancen para cubrir todas las respuestas que él tiene.
Su voz en agradable, tan cálida, y perdonen la repetición de palabras pero no soy muy hábil para describir. Da placer escucharlo, y podría escucharlo por horas, maravillándome de su tono tan bajito, su continuo explicar sin pausas, sin secretos, sin límites. A veces sentía que no entendía, que podía entender japonés. O sentía que siempre había escuchado esa voz. Como si en cualquier momento pudiera entender todo, o que ya lo había comprendido sin saber lo que dice.
Es esto, y tanto más, en una sola persona, en 10 días, en un arte marcial, en mí.
Y no me alcanza el tiempo de expresar todo.
Sólo haré mensión a algunas personas, momentos que viví que me hayan quedado realmente grabados por razones conocidas o no tan conocidas. Y no significa que al no nombrar algo no lo recuerde, sino que sólo no fue el momento de recordarlo justo ahora.
Pero siento que poder decir “gracias” y poder decirlo puntualmente, es algo que puedo hacer.
Gracias a Sensei, por hacer posible traer a Sekiguchi Sensei, por más que somos todos los que logramos traerlo, es él el que contacta con él y nos posibilita verlo.
Gracias a Liberato-san por ofrecer su lugar como punto de encuentro cuando no teníamos nada mas.
Gracias a los de taiko, a Naty sobre todo, por la dedicación, la entrega a la parte que le tocó en el seminario, y que dejó marcas importantes.
Gracias a Daniel, por su compromiso de llevarnos y traernos todos los días, por más que él diga que de todos modos tenía que hacer esos trayectos. Él siempre está, y eso no tiene precio ni forma de agradecer lo suficiente. Y lo que digo es poco.
Gracias a Moriya Sensei por seguir tan fielmente a Sekiguchi Sensei y recordarme siempre a él. Por ser tan buen alumno y sensei a su vez, por ser tan humilde y abierto, y por transmitir la misma calidez que Sekiguchi Sensei.
Gracias a Alegre-san, la persona que más llegué a respetar del dojo, junto a Sensei y Moriya. Es único, y la verdad es que ni yo sé o entiendo por que lo quiero y admiro tanto. Lo veo como una especie de padre, por más que esta muy lejos de serlo jamás. Ël, como senpai, fue siempre mi ejemplo a seguir y me ayudó muchísimas veces, queriendo y a veces sin siquiera saberlo.
Gracias a Jacinto-san, por ser tan humilde y amable y especial y confiable. En estos días llegué a respetarlo y quererlo muchísimo más, y hoy puedo decir que lo reee quiero tmb ^^
Gracias a Venturini, por recibirnos tan bien en Mardel, por enseñar en La Plata y Mar del Plata y realizar tantas horas de viaje para ir a la plata o para venir a entrenar a capital. El tmb es un muy buen alumno, o asi lo veo yo por lo menos. Y realmente se esfuerza muchisimo y admiro eso. Realmente ayudo muchisimo en estos seminarios, y es un gran apoyo para sensei.
Gracias a Kochi, que por más que sólo apareció un día, siempre siempre fue increíblemente amable conmigo y me dio muchísimas cosas, que no tengo manera de agradecérselas como se lo merece.
Gracias a los ninjas de capital y a Sasuke de Mardel, por querer formar parte de esto, por mostrar interés en el seminario, por su humildad y dedicación, y por lograr juntar dos artes marciales, unir dos grupos que jamás pensé que se llegarían a unir. Por su gran esfuerzo en estos días y su gran aporte y buena onda durante todo el seminario.
Gracias a Karina, con la que la pasamos bárbaro en Mardel y que se bancó todo el seminario por más que tenía que “estudiar” ;p por las charlas que tenemos, y las cosas que vivimos y compartimos por más que parezca poco, no lo es.
Gracias a la pequeña Sol, que tan buen ejemplo fue para todos. Que tan impresionantemente participó del seminario como una más y logró más que muchos de nosotros juntos. Esperemos que siga avanzando así, y que tenga un gran futuro dentro de las artes marciales.
Gracias a Yes que desde el primer momento fue increíblemente amable conmigo y logró llegar a mí como pocos lo lograron en tan poco tiempo. Su alegría y energía son envidiables y admirables.
Gracias a Conejero y Eugenia, por ser amigos tan buenos y divertidos y siempre dispuestos a pasarla bien. Cuando Conejero está, la práctica se hace muchisimo más alegre, y siempre me trató espectacularmente bien. Espero que siempre podamos seguir practicando juntos.
Gracias a Matías, que está y estuvo siempre, y que sabe y supo disfrutar y aprovechar tanto pero tanto estos días como se lo deseo a todos pero que no todos logran. Por ser tan increíblemente amable, y perdonarme todo ^^”
Gracias a Maria y Sol, por formar parte de este seminario, y por ser tan buenas compañeras de práctica. Y por el esfuerzo de Sol de ir por un día a Mardel con tal de practicar aunque sea un día más. A ella tmb por acompañarme con la marcha anti-asado xD y por ser tan especial, ambas a sus maneras.
Gracias a Javier, por estar desde que estoy en iaido y ser casi un dohai (por más que es senpai, son solo pocas clases, y se puede decir q los últimos 3 años avanzamos a la par) y tal vez el único realmente dohai. Siempre pude confiar en el y la practica no sería lo mismo sin él.
Nuevamente gracias a Sensei, por enseñarme lo que es ser persona y por darme todo lo que me dio en enseñanza, en vivencia, experiencia, y aprendizaje. Por las palabras dichas y los momentos vividos, tanto buenos como malos. Porque todo es parte de lo mismo y todo es parte del mismo camino, camino que emprendí gracias a él y que espero poder seguir compartiendo junto a él. Por dejarme ser su alumna.
Y por último, muchísimas gracias a Sekiguchi, por existir, por ser lo que es. Por el esfuerzo que realiza cada año, cada día, cada minuto, cada instante. Por transmitir de corazón a corazón, de alma a alma, la enseñanza del budo. Por seguir por más agotado que esté. Por sonreír por más difícil que la tenga. Por darnos un camino y mostrárnoslo y ampliarlo año tras año. Por dar todo de él y más. Por enseñarnos lo que es la verdadera humildad. Por darnos la oportunidad de conocerlo. Por su grandeza como persona y budoka. Por darme lo que nadie jamás pudo darme ni podría entender. Por hacer de los momentos vividos junto a él, momentos que nunca jamás olvidaré. Por no hacer diferencias. Por mostrarme lo que un verdadero budoka puede ser. Por hacer y ser budo, y hombre, y sensei, y alumno, y vida a la vez. Por el respeto que le tengo. Por el cariño que le tengo. Por la admiración que le tengo. Por la fe que le tengo y el deposita en nosotros. Por ayudarnos a crecer. Por querer que crezcamos. Por acompañarnos. Por esforzarse para mostrarnos cómo se debe hacer. Por la paz que transmite. Por ser simplemente él. Por ser irremplazable. Por dar, sin esperar nada a cambio.
Gracias.
Hay mucho más, muchísimo más. Pero por hoy, sólo esto.