lunes, 6 de agosto de 2012

Que no me afecte




Que no me afecte el dolor
el paso del tiempo
el deterioro.

Que no me afecte la soledad
la depresión
la tristeza ajena.

Que no me afecte el silencio
la mirada expectante
la luz apagada.

Que no me afecte la palabra
la dicha y la no dicha.

Que no me afecte el recuerdo
de lo que hubo
y de lo que no hubo.

Que no me afecte la frustración
el enojo
ni la desilusión.

Que no me afecte el contacto
el encuentro
la relación.

Pero sobre todo
que no me afecte que me afecte
que sufra, que llore, que duela
que encuentre, desencuentre, pierda
que desespere, se pase el tiempo o se detenga.

Que no me afecte el afecto
el sentimiento
la emoción.

sábado, 4 de agosto de 2012

Metáforas



¿Y si el silencio es todo lo que hay?

¿Y si las palabras no logran expresar lo que queremos decir?

¿Y si ni nuestro pensamiento logra comprender lo que verdaderamente sentimos?

¿Y si cualquier intento de acercamiento es en vano?

Gira y gira alrededor del centro invisible, como una estrella en extinción gira alrededor de un agujero negro. Cuánto más intenta acercarse, más se desintegra. Cuánto más intenta encontrarse, más se desencuentra. Cuánto más intenta comprenderse, más se desentiende.

Los muros fueron construidos para proteger y cuidar. Pero también han edificado cárceles y dividido territorios y familias. Fríos, han visto sufrir y caer a los que intentaron derribarlos. Pero dichoso aquel que supiera vencerlos; encontraría un reino infinito al cruzar.

Un mar, vasta amplitud sin fin. Intentamos conocer las infinidades del espacio, cuando no conocemos las profundidades de los océanos que nos rodean. Nos aplasta el peso de la oscura densidad, el eterno silencio debajo del mar. Lo desconocido nos controla y paraliza.

Cristales que reflejan la luz del sol creando un juego de colores en movimiento. Duros como ningún otro material, y sin embargo tan frágiles. Su transparencia permite ver el valor que conllevan, sin embargo su frialdad permanece distante del calor que ofrecemos.

Muñeca de cristal, bellísima su coraza, fuerte su presencia, valiosa tan valiosa. Pero frágil, frágil materia te compone, frágil caminas entre los escombros. No te tropieces, pequeña muñequita, que las piezas no se vuelven a unir.

Pájaro que luego de haber volado por los altos cielos, has decidido atarte a un poste y olvidado cómo deshacer el nudo. De nada sirve elevar la mirada al cielo si no puedes liberarte como antes. De nada sirve imaginarte extender tus alas si has olvidado incluso cómo volar.

Tú, que escalas la montaña en medio de la niebla sin saber si caminas hacia la cima o el valle, no encuentras refugio entre tanto bosque. No cesas de buscar los rayos solares que te indiquen el camino correcto, pero las suelas de tus zapatos se han empezado a gastar.

Tú, navegador de los grandes lagos, que con tu brújula siempre te has sabido ubicar bajo el cielo estrellado. Pero has roto tu brújula y has decidido embarcarte en un viaje sin saber si arribarías a tu destino. Confiaste en tu conocimiento previo. Dime, ¿dónde te has perdido?

Un reloj que marca el paso del tiempo, una llave que abre una puerta desconocida, un traje que disfraza la verdadera esencia, una montaña, una mirada, una inhalación. El reloj se detiene, la llave se pierde, el traje se quema, la montaña se diluye mientras la mirada se enfoca al exhalar.


¿Y si el silencio es todo lo que hay?