martes, 17 de julio de 2012

Aprendí...








Aprendí del esquí a sentir la adrenalina, encontrar la sensación de libertad y darme cuenta que sólo yo controlo mis movimientos.
Aprendí de la equitación la confianza, seguridad corporal, y el sentir a otro ser que no sos vos.
Aprendí del esquí acuático que tus pies no siempre están tan firmes sobre la superficie como pensás, y que podés hundirte en un segundo.
Aprendí del tenis el valor de practicar de a dos y jugar con el otro, no contra él.
Aprendí del karate lo que es el profundo respeto, la disciplina, la frustración y el poder superarla, y sobre todo, la constante búsqueda de la técnica perfecta.
Aprendí del atletismo a no rendirte jamás, seguir a pesar de sentir que no podés más, y que siempre podés superarte a vos mismo.  
Aprendí del iaido lo que es la etiqueta, que la lucha es contra uno mismo, que la vida pende de un hilo, que un milimetro puede hacer la diferencia, y que es siempre mejor vencer sin desenvainar.
Aprendí del kenjutsu a enfrentarme sin miedo a un otro, confiar en sus movimientos, acompañarlos del mejor modo posible, y que es más seguro adelantarse que retroceder.
Aprendí del ninjutsu a salir de la técnica, a abrir mi mente a distintas posibilidades, a ir más allá de la forma y a dejar fluir. 
Aprendí del taiko a convivir, compartir, superar el dolor y la resignación y seguir luchando siempre por lo que uno ama. 
Aprendí de la meditación a mirar hacia adentro en silencio, a ser paciente con uno mismo, y darse el tiempo necesario para crecer y aprender. 


Y de todo esto aprendí que cada cosa que hice me hizo crecer de maneras inimaginables, y que gracias a todos estos aprendizajes hoy puedo ser quien soy. 
Aprendí que todo es complemento de todo, y que ninguna enseñanza es contraria a otra, sino que se complementan en cada momento.
Aprendí que las personas que me acompañaron en cada etapa han sido grandes maestros que me enseñaron lecciones de vida que debía aprender. 


Hoy estoy aprendiendo que el camino es uno sólo, a pesar de que desde afuera pueden parecer muchos. 
Hoy puedo decir que siempre estuve en el camino, en cada paso que di y doy. Hoy aprendo que todo lo vivido está latente en mí y que cuánto más tiempo pasa, más siento que no sé nada, y más humildad y respeto tengo, y más acepto opiniones o visiones distintas a las mías. 
Hoy estoy aprendiendo a arraigar mis pies a la tierra, sin dejar de estirar mis brazos al cielo. 
Hoy estoy apreniendo que soy aquello que hago.