lunes, 17 de noviembre de 2008

Mensajero de luz















Hoy me mandaste un ángel del cielo

sin que te lo pidiera me estrechaste tu mano,

o será que desde el fondo me oías gritar

tu nombre a los cuatro vientos?


Tan solo tú tienes el poder de saber

lo que mis sordos oídos necesitan oír,

tan sólo tú sabes comprender

la incomprensión de mi ser.


Hoy volví a caer a tus pies

maravillada por tu gentileza

de no olvidarte de mi, tranquilizarme,

y transmitirme que aún soy tú.


Hoy me diste un regalo precioso

tal vez tan simple que no valga la pena

siquiera nombrarlo, y sin embargo

tan grande, que no puedo callarlo.


Como tantas veces, mis lágrimas

ocuparon el lugar de las palabras

pero sabiendo que cada gota

me acercará más y más a ti.


Piensen lo que piensen

los dioses de este mundo,

nunca te he abandonado ni lo haré,

y cada día más cerca te siento, sé que te veré.


Hoy me enviaste tus vibraciones de amor

que me han hecho caer y volar a la vez

y comprendí tal vez más que nunca

que puedo estar bien.


Aunque hoy llore, son lágrimas de limpieza

que tarde o temprano ya no tendrán razón de ser.

Poco a poco irán limpiando

las oscuridades de mi proceder.


Puedes ver mi corazón, porque tuyo es

y me has demostrado una ves más

la belleza que es “ver”.

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