jueves, 15 de marzo de 2012

Momentos


Recuerdo esos momentos llenos de silencio, nadie en el aula, el sol haciendo su aparición a lo lejos, tiñiendo todo con su cálido naranja. Sentada sobre la ventanilla, mirando cómo el mundo se despertaba, los pájaros que aún cantaban, simplemente el silencio.


Esos eran los momentos más lindos del día. Duraban minutos nomás, pero dándome cuenta de su importancia, trataba de sacar fotos mentales de esos instantes, capturarlos en mi memoria, imaginándome que en un futuro recurriría a estos recuerdos como algo especial. Y mucho antes de lo esperado, acá estoy, nostálgica, reviviendo con los ojos cerrados esos momentos, y preguntándome por qué desde entonces no volví a sentir esa seguridad, esa calma, esa tranquilidad que sentía en aquel aula, esperando el comienzo de la clase.


El aire parecía cargado de calma, la misma calma que se encontraba dentro de mí. En esos momentos mi único deseo era salir de ese ámbito, poder empezar a vivir - como pensaba - poder elegir qué estudiar, qué hacer, y me costaba imaginarme que algún día extrañaría esos momentos en donde todo era tan certero y mi futuro se abría ante mí con tantas opciones optimistas. Aún así, mi corazón tan inteligente, hablaba a través de una segunda voz bien en lo profundo "recuerda esto, vivilo, aprecialo, porque algún día te agradecerás por esto".


Cuánta energía tenía en esos momentos. Me pregunto por qué ya no tengo la misma fuerza. Podía llegar a cansarme, pero nunca llegaba a sentir ese agotamiento mental como ahora. Sentía que por más frustrada, cansada, agotada que estuviera, en algún momento se me pasaría, y así sucedía, se pasaba, y volvía a llenarme de energía.


Hoy en día, no logro recuperar esa energía, y no puedo explicarme por qué. Tengo muchas teorías que caóticamente aparecen en mi mente. Todas son ciertas, aunque no me permita ni siquiera dedicarles un pensamiento bien formulado. Quedan ahí, vagando entre la conciencia y el inconsciente, haciéndome notar que están ahí, pero lo suficientemente lejos como para que no se terminen de formar ideas claras en mí.


Hace cuánto que no saco una foto mental de un momento? Hace cuánto que no estoy en un ambiente en el que realmente sienta esa calma? O será que en el mismo momento en el que uno se encuentra en ese instante, no lo aprecia, sino que recién en un futuro verá ese momento pasado como mágico, así como hoy veo tan mágicos esos momentos del pasado?


Tengo 23 años, y estoy nostálgica...no será muy patético? Añorando a mi yo de aquel entonces, tan llena de energía, llena de fuerza, de optimismo, siempre reponiéndome de cualquier cosa negativa que sucediera. En aquel entonces incluso aún confiaba en las personas, y me sentía acompañada por ellas.


Dónde dejé a esa yo? En qué momento es que me perdí? Hoy ya no me abro a nadie. Por mucho que hable, por muchas cosas que cuente de mí, por muy cercana que pueda llegar a ver a una persona, ya no le abro mi corazón como antes. Porque en el fondo temo que vuelva a quedarme sola, y que sólo confirme lo que ya pienso, que no soy capaz de mantener a nadie.


Mi mente muchas veces se encuentra en la cima de una montaña, mirando hacia la vasta amplitud que se abre ante mí. Logro distinguir otros picos de montañas, la nieve que refleja el sol en varias gamas de colores. Comienza a la mañana con un rojo fuego que invade todo, convirtiéndose en un suave naranja, hasta volverse un amarillo sutil para finalmente terminar en una blancura tan pura que uno se pregunta si existirá algo más puro que esa nieve virgen. Una suave brisa me trae la frescura de la mañana, y su a vez corta el silencio profundo con su suave canto matutino. El único sonido es el viento, que sutilmente va y viene y trae recuerdos de otros mundos. A lo lejos distingo lagos en medio de las montañas, y valles profundos con ríos que fluyen entre medio. Todos ellos reflejan la luz del sol, pareciéndose a cristales resplandecientes. Tan sólo el sol y las nubes se mueven lentamente. Todo lo demás está en armonía absoluta. Allí está mi mente. El lugar al que pertenece. No tengo frío ni calor. El aire está fresco, pero el sol me abraza cálidamente con sus rayos. Cierro los ojos e inspiro profundamente, y me encuentro plenamente presente. En ese momento yo soy la montaña, el valle, el viento, el río, el sol, el lago, las nubes. Esos instantes duran una eternidad. No importa el tiempo.


Otro momento, otra vida. Abro mis ojos y el sol me ciega por instantes. Lentamente distingo contornos, formas, colores, movimiento. Hojas a contraluz, bañadas en un verde manzana tan fresco, tan lleno de vida. Logro diferenciar los canales por los cuales fluye su sabia. Cuán parecidas son las hojas a los humanos. Fluye vida por nuestros cuerpos, se distribuye de forma pareja para llegar a cada rincón, dándonos vida. Observo aquellas hojas que suavemente se mecen junto al viento, generando un espectáculo de luz y sombras con el sol que saluda a lo distante. El sol todo lo atraviesa, todo lo traspasa, invadiendo con su luz y calor hasta los lugares más fríos. Cómo me gustaría quedarme así, acostada, sin tener noción de tiempo, sin pensamientos, simplemente disfrutando de este espectáculo de la vida.


Habrán existido esos momentos o los habré imaginado? Habrán sido sueños? Seguramente tuve momentos parecidos, pero...habrán sido tan así como cuando mi mente decide vagar por esos prados? Parecen de otra vida, de una vida en la que mi ser se encontraba en paz.

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