miércoles, 6 de febrero de 2008

No hay















No hay encuentros inesperados, sólo deseados
Por más que sea en las profundidades más remotas
En algún lugar del alma nace un deseo de vernos
Que hace que las fuerzas del universo trabajen
Para cambiar el tiempo y el espacio a nuestro antojo
Y así, lograr que nuestros caminos se junten
Tarde o temprano.

No hay dolores no deseados, ya que nacen en uno mismo
Y si bien puede parecernos que el dolor proviene de otro
Somos nosotros los que engendramos ese sentimiento
Haciéndolo nuestro, sintiéndolo, viviéndolo, ahogándonos
En un mar que nunca termina, en un mundo oscuro
Que sólo nos pertenece a nosotros,
y al que nadie tiene acceso.

No hay tragedias verdaderas, salvo las que nosotros creamos
Con nuestra mente que nos hace ver lo que no es de la peor forma
Para que no veamos más allá de nuestra propia miseria
Y sólo tengamos ojos para nuestro dolor, para no ver solución
Y así estancarnos en nuestro propio tiempo detenido
Que solo existe porque nosotros lo hacemos existir
Quejándonos al mismo tiempo.

No hay dudas existenciales, sólo las buscamos por aburrimiento
Porque en vez de vivir cada día al máximo, andamos pensativos
Buscando la manera de encontrar alguna verdad máxima
Inexistente, pero sin embargo buscada para encontrar algo especial
Algo nuevo que tal vez nadie antes haya pensado
Cuando en realidad, la vida es tan simple que con sólo respirar
Obtenemos todas las respuestas.

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