martes, 26 de febrero de 2008

Ecos




















Deseo llegar al cielo a través de las sierras argentinas
sentado sobre el lomo del chúcaro bayo, bello en su correr,
sentir el viento en el rostro, la lluvia sobre la piel
limpiando la suciedad del campo, el alma que vuelve a sonreír.

Caminamos juntos, el animal y yo,
sin saber ya cuál es el caballo y cuál el hombre en cuestión,
voy cantándole a la vida, al cielo y al sol
encontrando las respuestas, alma del perdón.

Nada hay en la vida que desee más que andar así,
corriendo junto a mi fiel amigo que con gracia sabe vivir
entre los valles y picos de la amplia libertad
sabiendo cuál es el camino, y no escogiendo al azar.

Vuelvo la mirada atrás y me veo tan sólo a mi mismo
siendo uno con la tierra, el cielo y el mar,
no importa por dónde ande, hay una cosa que sé
y es que mi alma quedó anclada en aquella sierra, mi hogar.

1 comentario:

Matías Miguel Roude dijo...

Hermoso mi vida. Simple, emotivo y la lectura es fugaz, te diría, como un galope.

Decir más sería agregarte palabras innecesarias.