lunes, 2 de diciembre de 2013

Las cosas cambian


Las cosas cambian.

Cuando uno menos se lo espera, o cuando menos atención presta, de repente se encuentra ante una escena totalmente diferente...nueva.

Pasaron varios años, seguiste con tu vida sin pensarlo mucho. Y llega un día en el que te detenés y mirás atrás, y vas descubriendo cuánto avanzaste. También vas viendo todas las cosas y las personas que fuiste dejando atrás, y encontrás que algunas personas también han seguido con sus vidas, mientras que otras se han quedado estancadas, tal vez por decisión, tal vez por desconocimiento, tal vez por razones varias que me son desconocidas.

Pero volviendo al cambio. Es encontrarse de repente en esta precisa situación y preguntarse: ¿Cómo terminé acá? ¿Cómo llegué hasta acá?
Estás en un lugar que hace varios años jamás te hubieras podido imaginar. Y si alguien te decía que estarías en este mismo lugar, no le hubieras creído.

Y sin embargo acá estás, viviendo el cambio.
Ya no reconocés lo que quedó atrás. O sí lo reconocés, pero muy vagamente, y te cuesta conectar con el que eras en aquel entonces, simplemente porque ya no lo sos. Abriste los ojos a una enormidad de cosas nuevas, y ya no te es posible pretender que no ves.

Pero surge una pequeña nostalgia en uno, una pequeña e insignificante sensación de incomodidad. Y como ya no podés no verla, la notás, la registrás, y la hacés consciente. Y la dejás ahí, viviéndose. Siendo.
Y tengo que admitir(me) que me cuesta soltar el pasado. La verdad es esa. No quisiera volver a él, no de la forma en la que me encontraba. Quisiera encontrar una nueva forma para estar en él, hoy. Una forma más auténtica, más real, más consciente, más Yo. Ser de la manera que soy.

Supongo que no es posible porque si esos tiempos, esas experiencias, hubieran estado en la misma sintonía que mi yo en crecimiento, hubieran permanecido a la par mía. Y como no lo hicieron, sólo puedo imaginarme que ha sido porque no estaban en sintonía con lo que necesitaba, y menos que menos con lo que necesito hoy.

Pero creo, y estoy dispuesta a revisarlo, que siempre que dedicamos una gran parte de nosotros a algo o alguien, algo de nosotros, aunque sea un mínimo de energía, queda atado a ese algo/alguien. Porque no podemos borrar años de nuestra historia así como si nada, sobre todo teniendo en cuenta que esa historia formó parte de nuestra actualidad y sigue viviendo en nosotros. Algunas personas tendrán esa conexión con el pasado más fuerte que otras. Yo definitivamente soy de las personas que mantienen fuerte esa conexión...tal vez demasiado fuerte.

¿Que el pasado me persigue? No, no lo puedo ver así. Considero que las vivencias pasadas me acompañan. Y que cada tanto aparecen con más fuerza que otras, tal vez para recordarme de dónde vengo, quién fui, y cómo llegué a ser lo que soy hoy.
Tal vez vienen a recordarme que el cambio sucedió (en el caso de que pudiese llegar a dudarlo) y sigue sucediendo. Tal veces vienen a recordarme que quiero valorar ese cambio (en el caso que pudiera olvidarme de valorarlo).

Tal vez vienen a mostrarme que el tiempo avanza, que los cambios suceden, y que tan solo puedo fluir con mi experiencia.

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